Por Lina Morante L.
En cada rincón del mundo, a cada segundo y de distintas maneras, una historia está siendo contada. Muchas de forma masiva a través de internet, algunas contadas uno a uno y otras tan privadas que solo son para nosotros mismos.
Nuestra naturaleza humana necesita expresarse, compartirse, perpetuarse. Las historias son un medio fascinante para dejar nuestra marca en el mundo.
Pero, ¿Qué marca estamos dejando?
En tiempos actuales en los que el número de usuarios de internet supera ya la mitad de la población global, la posibilidad de arrojar prácticamente cualquier historia, opinión o comentario al alcance de un click, ha puesto en descubierto todo eso que llevamos dentro; mucho de lo cual estaba escondido y a la espera de salir a la menor provocación.
El internet nos está haciendo un gran favor. Nos ha dado un sin fin de posibilidades (y no me refiero a subir una historia con gifs, stickers o filtros) me refiero a posibilidades humanas como el discernir entre lo que nos hace bien de lo que no, el elegir lo que vibra con nosotros y lo que no, a distinguir lo que nos suma de lo que nos resta. Nos está haciendo el favor de abrirnos los ojos, los oídos, la mente y el corazón.
Nos da la oportunidad de conocernos a nosotros mismos poniendo a prueba nuestra propia voluntad de crecimiento, de madurez, de amor propio; a cuidar nuestros límites y nuestra privacidad; a mostrar respeto por las opiniones ajenas, a tomarnos un segundo para respirar antes de reaccionar e incluso aprender a autoregularnos.
Vivimos una era llena de posibilidades que nos ponen a prueba a nosotros mismos sin responsabilizar a nadie mas, porque el internet está al servicio de nosotros, y no, nosotros a su merced.
- Estamos viviendo una era sin fronteras.
Podemos vivir en un lugar y estar cerca de personas al otro lado del mundo para colaborar, para compartir conocimientos, iniciativas, proyectos, descubrimientos. Una era que nos permite conocer las historias de lugares remotos y que nos da las herramientas para comunicarnos a pesar de no hablar el mismo idioma; una era en la que podemos fortalecer amistades aunque miles de kilómetros nos separen.
- Estamos viviendo una era de resonancia.
Nuestra voz se ha alzado y puede ser escuchada en cada rincón del mundo. Nuestras causas pueden volverse universales al darnos cuenta que son parecidas a las de otros. Podemos hacer eco a través de nuestras causas y a la vez sumarnos a las causas de otros para hacerlas resonar.
- Estamos viviendo una era de correspondencia.
El mundo es un lugar inmenso y pequeño a la vez. Sus puertas están abiertas para vivir otras costumbres, tradiciones, sabores, olores, idiomas, vestimentas, creencias. Otras formas de vivir que nos demuestran que “en lo físico, en lo mental, en lo espiritual, lo que es arriba es abajo y lo que es abajo es arriba” (principio de la correspondencia). Podemos ser únicos y a la vez ser un reflejo. Aunque pareciera que las diferencias nos separan, en lo etéreo y en lo esencial, nos unen.
- Estamos viviendo una era maravillosa.
Todo lo que imaginemos, lo podemos lograr.
Nos toca hacernos responsables por lo que decimos, compartimos y hacemos. Nos toca hacer conciencia y provocar un eco positivo a través de los mensajes que vamos a lanzar al mundo.
¿Qué historias crees que el mundo necesita escuchar para evolucionar?
Necesitamos -y debemos- contar más historias y sin embargo, no cualquier historia. El mundo necesita desbordarse de historias propositivas, humanas, reales, valientes y amables a la vez. Compartamos lo que nos haga crecer como individuos para que al replicarse nos haga crecer como humanidad.
En una era tan personal como universal, tan local como global, contemos historias capaces de disolver fronteras y superar barreras culturales, sociales, raciales. Pongamos toda nuestra energía en compartir aquello que sume y múltiple.
Como seres humanos habitantes de este único mundo, nos toca crear un movimiento que surja de nuestra individualidad para impactar en nuestra colectividad. No importa donde estemos, de donde seamos, a donde vayamos, somos parte de un todo. Vamos caminando juntos en este viaje terrenal.
“Las cosas están ligadas por lazos invisibles: no se puede arrancar una flor, sin molestar a una estrella”.
Galileo Galilei