Piérdele el miedo al “no”

El “no” es una palabra que a muchas personas les cuesta trabajo pronunciar. Puede sonar tonto o sin sentido, pero piensa en todas las veces que te invitaron a un evento o te pidieron un favor, y dijiste que sí, cuando en realidad querías decir no. Seguro te ha pasado alguna vez, y terminas pasándola fatal, o enojándote contigo misma porque hiciste algo que no te gustaba hacer.

En general, esto le sucede más a las mujeres, pues siempre están más pendientes del “qué dirán”. Mientras que para los hombres, es un acto más simple y sin tanto peso.

Para nosotras, pronunciar la palabra “no”, significa poner en riesgo una relación laboral, amorosa o de amistad. A las mujeres les cuesta más poner sus sentimientos primero, no les gusta lastimar los sentimientos de los demás, y eso las ha llevado a que otros se aprovechen, y a que participen en cosas que no querían hacer desde un principio.

Al sentirse “todopoderosas”, comprometen tiempo, energía, y en ocasiones dinero, por ayudar y dar toda su energía a causas o personas que no quieren. Por eso queremos compartirte la importancia del “no” y cómo decirlo sin miedo.

Aprender a decir no es una habilidad muy eficiente que traerá beneficios en tu vida laboral y personal. El decir que “no”, no debería llenarte de culpa o hacerte sentir que le fallaste a una persona, piensa que es más importante ser honesta y ganarte el respeto del otro por saber priorizar tus necesidades y establecer límites. Ten en cuenta que un “no” puede llevarte a un mejor camino que el “sí”, A continuación, te explicamos por qué:

No eres una máquina

Eres un ser humano, lo que implica que tu cuerpo tiene límites: cierta cantidad de tiempo, energía, dinero, paciencia y demás. Lo fundamental es saber cómo gastarlos y en quién.

La gente se mal acostumbra a recibir mucho de ti y si siempre estás disponible, esperarán que sigas haciendo más por ellos en un futuro. Esto sólo te llevará a estresarte y a ocupar tu tiempo en cosas que no te hacen feliz. Claro, no está mal que ayudes en ocasiones, pero no te olvides que tus necesidades son la prioridad, y para ocuparte de ellas, tienes que aprender a decir no.

Objetivos claros

Debes saber con claridad qué es importante para ti, y una vez que lo tengas, podrás tomar decisiones con integridad. Decir que no, es ir detrás de lo que quieres y de lo que sabes mejor para ti, lo cual representa madurez.

Cuando tienes una visión, o un plan, ir tras él será lo mejor para ti. Y lograrás alcanzarlo de forma más rápida al tener el tiempo y la energía para hacerlo. Si vas a invertir más, que sea por las razones correctas, por lo que es importante para ti.

Tú vas primero

Cuando hablamos de poner tus objetivos primero, puede llegar a sonar algo egoísta, pero al no tenerte a ti como prioridad, no vas a prosperar en las demás áreas de tu vida, no podrás aprender, contribuir, ni crecer.

Por eso mismo, ayuda cuando puedas, pero no lo sientas como obligación, y menos cuando tienes otras cosas en las que trabajar, o incluso, cuando tu cuerpo te pide a gritos un descanso. Recuerda que no eres un recurso ilimitado.

Ahora, lo más difícil pero no imposible, ¿cómo decir “no”?

-Lo primero es cambiar ese pensamiento de que al decir no, estás rechazando a la persona, la verdad es que estás diciéndole no a la situación. Una vez que empieces a verlo de esa forma, esos sentimientos que te causaba ansiedad y culpa se irán desvaneciendo.

-Practica decir no. Sabemos que es difícil, pero empieza con situaciones pequeñas, por ejemplo, el decir no a que te rellenen una taza de café si no la deseas. Aprende a decirlo de manera respetuosa, con buen humor, y como si lo sintieras. Poco a poco irás mejorando y soltando el miedo a la palabra no, así será más fácil cuando llegue el momento de decirla en ocasiones más importantes.

-No tienes por qué justificarte. De vez en cuando el “no puedo, mi hijo está enfermo”, “no puedo, tengo cita médica”, son válidos, pero cuando sólo quieres ir a casa, descansar y ver tu series favoritas, no busques excusas justificables para no sentirte mal con esa persona, no tienes por qué hacerlo, un simple “no, gracias” es suficiente. Con esas sencillas palabras, das en el clavo.

Es importante señalar que hay algunas obligaciones que debemos cumplir, y el “no puedo” y el “no, gracias”, no aplican. Si sientes que no puedes tú solo, acude a alguien más que tenga el tiempo, o si se trata de algo laboral, discute la situación con tu jefe y lleguen a un acuerdo.

Recuerda que las palabras tienen poder, y la manera en que las uses afectarán para bien o para mal en tu vida.

Este artículo fue escrito por Catalina Corredor Gaitán y editado por Patricia Ruvalcaba.